
Hola, mi nombre es Jesús Alonso Alfaro Barrantes, fui diagnosticado un 12 de enero de 2019 con un cáncer testicular.
En ese momento, cuando me dijeron: “cáncer”, siempre está el tabú de la parte de muerte que lo atemoriza a uno y más aún, que no nos preparan para recibir ese tipo de noticias.
Mi familia se vio muy afectada por la noticia la cual nos afectó a todos, pero algo muy importante fue el tema de la unión.
Empezaron a generarse pensamientos en mi mente como: ¿por qué a mí? si estoy muy joven todavía, con mis metas y mis proyectos. Y me atemoriza mucho el tema de morir tan joven.
Yo siempre había recibido mucho apoyo de mi familia, ellos siempre han estado ahí pero cuando el cáncer llegó fue una situación que nadie esperaba de la cual nadie estaba preparado y nos hizo crecer en familia.
Recuerdo que mis hermanos no podían visitarme porque estaba muy pequeños, también recuerdo que cuando estaba en el hospital México me hospitalizaron en los cuartos del Proyecto Daniel y fueron de gran ayuda para mí y para mi familia, ya que nos dieron siempre apoyo.
Nos sentíamos acogidos, ya que los cuartos contaban con televisores, baños dentro del mismo cuarto, había PlayStation y otras cosas que hacía que la estadía fuera más amena.
En los cuartos de Proyecto Daniel recibí mi primer ciclo de quimioterapia a lado de cuatro jóvenes que estábamos luchando día a día, de la mano de la familia naranja que nos apoyaban, que hacían que nuestro día fueran más o menos más felices y sentir un acompañamiento personal como paciente y además familiar.
Esta enfermedad me ha enseñado a siempre tener una actitud positiva, a confiar en Dios sobre todas las cosas, disfrutar el día como si fuera el último y además, siempre buscar sonreír. Ninguno de nosotros busca tener esta condición, pero ya que nos toca, debemos afrontarla con una buena actitud y con una buena disposición.
Antes de ser diagnosticado, yo estaba estudiando en la universidad y tuve que detenerme debido a la condición que tenía.
Mi estadía en los cuartos fue corta, pero de gran enseñanza, se veía que había jóvenes con las mismas condiciones mías, que luchábamos día a día contra esta enfermedad.
Los talleres, actividades, testimonios, campamentos y otras cosas que realiza Proyecto Daniel nos han ayudado mucho en la parte emocional y familiar, para llevar la enfermedad de la mejor manera.
Gracias a Dios el día 13 de mayo del mismo año (2019) fui dado de alta de mi cáncer. En esos tres meses y un poco más tuve que pasar por procesos de operación, ciclo de quimioterapia… que me hicieron ver el mundo desde una perspectiva diferente, ser más agradecido, saber que estamos acá por un propósito y en mostrarle a las personas que, con fe, una buena actitud y bastante risas se puede salir adelante.
Actualmente soy profesor de educación física y además entrenador de fútbol en el Club Sport Herediano, en los cuales seguimos dando ejemplo a los jóvenes deportistas y hablarles un poco de qué las cosas cuestan y se alcanzan con mucho trabajo.
Estoy muy agradecido con toda la familia naranja, por todo el apoyo brindado durante estos años y que aún nos siguen invitando a las diferentes actividades, que son muy provechosas en el crecimiento personal.
A la fecha, sigo en control cada seis meses en el hospital México, siempre agradecido con Dios, con mi familia y con Proyecto Daniel, por siempre estar ahí guardando las mejores herramientas y buscar lo mejor para nosotros.
Es muy importante tener en cuenta que el cáncer es una condición que me ha ayudado a siempre ver las cosas de una manera positiva, a saber, que se puede luchar por alcanzar las cosas que se quieren y el hecho de qué se tenga la condición, no nos hace menos. Nos fortalece a nivel mental nos prepara para enfrentar grandes procesos.
Siempre trato en el lugar donde estoy darles un poco a los jóvenes de mi experiencia de mi testimonio y tratar de ayudar a las personas que están pasando por una situación igual y que necesitan de una palabra de aliento, porque solamente uno sabe verdaderamente lo qué pasa durante todo el proceso.
La familia está ahí, pero solamente uno sabe que a veces no quiere nada, que a veces no quiere seguir, que todo lo quiere dejar botado, pero esa fortaleza que nos genera la enfermedad nos hace ver que al final del túnel siempre habrá una luz de esperanza; que luchemos por nuestros sueños, metas y que todas las cosas, si son la voluntad de Dios se puede lograr.







