Todo es cuestión de actitud. Mi nombre es Luis Fernando Calvo Torres.
Luego de ser diagnosticado con cáncer linfático tipo Hodgkin en etapa IV, pase por múltiples etapas hasta que llegue a la tan anhelada aceptación. Aprendí que las situaciones complicadas en mi vida no me definen.
Decidí que ni el estar lejos de mi país, lejos de gran parte de mi familia y amigos, ni el cáncer, ni un divorcio, ni ningún otro problema iba a hacerme sentir que ese era el final.
Luego del diagnóstico solo pensaba en cuándo llegaría el momento de decir finalmente “estoy curado”. Pero con el transcurso del tiempo aprendí que a veces nos enfocamos tanto en llegar a la meta que no disfrutamos el camino hasta ella.
Ha pasado un año y tres meses desde esa cita médica que cambió mi vida. He pasado por muchísimos ciclos de quimio, radio, operaciones y más... Y aunque aún no puedo decir que estoy curado; si puedo decir que todo es cuestión de actitud. Los problemas siempre estarán presentes, pero somos nosotros los que decidimos cómo enfrentarlos.
El proceso ha sido duro pero ha valido la pena totalmente, la presencia de familia y amigos (que son la familia que yo escogí) y el apoyo incondicional de cada uno de ellos ha sido tan grande que les estaré eternamente agradecido por hacerme sentir que no importa la circunstancia, distancia, tiempo ni el huso horario en el que nos encontremos, porque ellos pueden hacerme sentir que están aquí a mi lado, acompañándome siempre y me enseñaron que no se trata de la cantidad de personas que tengas a tu alrededor sino de la calidad de ellas.
Para todos aquellos que han estado conmigo sea física o moralmente, ¡GRACIAS! No hay necesidad de etiquetarlos porque cada uno de ustedes sabe cuán feliz estoy de tenerlos en mi vida.
En ese grupo de personas que han estado apoyándome sin importar nada, se encuentran también los que llegaron para quedarse; en un momento donde sentía que la enfermedad tenía un gran poder sobre mí y que todo era muy cuesta arriba, apareció Proyecto Daniel y me ayudaron incluso más de lo que podría explicar. No solo me han brindado un sin fin de sonrisas, sino que también tuvieron una influencia en mi súper importante.
Conocí muchísimos jóvenes que se encontraban en la misma situación que yo, todos luchando contra el cáncer y además con unas ganas de vivir y un ímpetu que se contagiaba, cuando conoces a alguien que está pasando por lo mismo que tú, la empatía y el cariño es instantáneo, las personas que allí conocí se han convertido en familia, y no hablo solo de los pacientes sino también de los voluntarios que juegan un papel vital en todo esto.
Ellos son personas que te tratan con tanto cariño e igualdad que por un momento se te olvida todo lo malo, se te olvida que estás en un hospital, que estás recibiendo quimioterapia y todo ese conjunto de cosas, sin conocerte te tratan como si fuesen tus mejores amigos, y en un instante el trato es mutuo y el cariño se vuelve recíproco.
Cuando todo esto pase, quisiera tener la oportunidad de regalarle alegría y esperanza a jóvenes que también hayan sido diagnosticados con cáncer, compartir mi experiencia con ellos y que logren ver en mí que todo se trata de un proceso de crecimiento personal y que “cáncer” no es necesariamente sinónimo de muerte, sino de aprender a valorar todo lo que nos rodea, acercarnos a Dios y hacer de la esperanza y la alegría, nuestra filosofía de vida.
Actualmente puedo afirmar que estoy en el mejor momento de mi vida y que soy plenamente feliz, gracias a Jehová aún sigo aquí y estoy disfrutando al máximo cada día, cada comida, cada risa y cada momento. Puedo decir que en este lapso de tiempo pude derribar mis límites y me tracé metas que jamás habría pensado en alcanzar. Tengo fe de que el cáncer será algo pasajero y que todas las enseñanzas que me ha dejado las guardaré para el resto de mi vida.