Joselyn Barquero

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Mi nombre es  Joselyn Barquero y tengo 19 años.
El 29 de agosto del 2014 me di cuenta que estaba embarazada, fue un gran susto ya que apenas tenía 15 años y no tenía ni idea en el problema en que me había metido, no sabía qué hacer con mis estudios, mucho menos cómo les iba a contar a mis papás.  No podía hacer nada, porque ya venía una pequeña luz, tenía que seguir adelante.

Mi vida siguió como si nada y me puse en control, pero cuando tenía cuatro meses de embarazo, una rara pelota en la garganta del lado izquierdo empezó a crecer.  Le comenté a la doctora y lo que me dijo fue. “son ganglios inflamados por una fuerte gripe, no te asustes”.  Pero la pelota seguía creciendo y empezando a doler … tenía seis meses cuando apareció otra compañera y ya eran pelotas muy extrañas, aparte de eso presentaba un exceso de anemia y había perdido peso, por lo que la doctora decidió mandarme con una referencia al hospital Max Peralta, por embarazo de alto riesgo.
A partir de ese momento me pusieron en control cada 22 días, ya que los síntomas –anemia, bajo peso, tos excesiva y sudoración por la noche- iban en aumentando constantemente. Lo que indicaba que había algo malo.

De ahí me mandaron una referencia para oncología, aunque estaba solo en control porque por mi embarazo no podían hacerme los exámenes correspondientes.

Mi bebé nació el 1 de mayo del 2015, mi pequeña Sofía y en ese momento empezó todo, pues después del parto los síntomas aumentaron con más rapidez y ya se notaba la enfermedad.  El 5 de mayo me realizaron la biopsia y el tac en cuello, torax, estómago y pelvis. 

El 15 de mayo fue el peor día de mi vida, en donde pensé que me iba a morir pues me dijeron que tenía cáncer y que se llamaba Linfoma Hodking y de inmediato me enviaron a control en hematología.  El hematólogo me indica que debíamos esperar el resultado del tac y por motivo de la anemia tan baja no podíamos empezar con quimioterapia.

A pesar de todo seguí estudiando, estaba en cuarto año de colegio y como ya me habían dicho mi diagnostico lo informé.  Fue entonces que por comentarios poco o poco las personas se dieron cuenta de mi enfermedad y un grupo de ellas me empezaron a hacer bullying, yo llegaba a mi casa a llorar, porque solo me acordaba que la palabra cáncer era, en ese momento, sinónimo de muerte, más como me trataban en el colegio, pero estaba empeñada en seguir adelante por mi hija.

Para el mes de julio ya la bebé tenía dos meses y para poder estudiar mi tía me la cuidaba.  Un día saliendo de clases fui a recogerla y no me sentía nada bien, me sentía muy débil y cansada, entonces le pedí a ella que si podía descansar un momento y  a partir de ese momento no me acuerdo de nada más.

Mi familia me cuenta que en el momento que me acosté empecé a hacer ruidos extraños y mi tía al entrar me vio convulsionando y de inmediato llamaron al 911, para llevarme al hospital Max Peralta, ya que había convulsionado cinco veces seguidas.  Cuando ingresé entré a cuidados críticos en el área de emergencias.  Mi mamá me cuenta que después de dos horas de esperar la dejaron ingresar y el doctor le dijo que me encontraba en un estado de coma inducido y me comenzaron a hacer exámenes para encontrar la causa del por qué había convulsionado.

Al día siguiente el hematólogo llamó para solicitar el resultado del tac urgentemente y es ahí donde encuentran que el cáncer no solo lo tenía en el cuello, sino también en pulmones, estómago, pelvis, siendo el del pulmón el más grande, ya que me obstruía las vías respiratorias y provocaba las convulsiones.

En ese momento empezó la batalla y me pusieron quimioterapia a ver si reducía la masa del pulmón y así ayudarme a salir del estado en que estaba.  A los cinco días de estar en cuidados intensivos me trasladaron a cuidados intensivos, ya que no había mejoría y mi situación empeoraba.  Con el pasar de los días no mejoraba y los doctores le informaron a mi mamá que había que prepararse para cualquier cosa, porque el cáncer estaba muy avanzado y yo no respondía al tratamiento.  Pasaron dos días desde que el doctor habló con mi mamá y un milagro sucedió, ya que desperté y empecé a recuperarme, como si esos 15 días que pasé grave no hubiesen pasado.  Pasé exactamente un mes en el hospital, sin poder ver a mi familia, sin poder ver a mi hija y estaba ansiosa por volver a mi casa.

Después de ese momento tan fuerte tomé me decisión de seguir adelante, empecé a recibir clases en mi casa, ya que por indicaciones médicas no podía ir al colegio.  Durante esa etapa una orientadora del colegio me habló de una fundación que se llama Proyecto Daniel, donde gracias a ellos pude armarme de valentía y vencer ese miedo que le tenía al cáncer.

Terminé mi primer tratamiento en marzo del 2016 y cuando me realizaron el tac me dijeron que aún seguía en la batalla.  Empecé una etapa más de quimioterapia en agosto y a la mitrad de ese ciclo me empezaron a salir más pelotitas en el cuello, por lo que el doctor me cambió la quimioterapia a otra más fuerte.

Para mí fue muy duro, porque justamente en esa primera semana tenía los exámenes de bachillerato.  Logré hacer los exámenes y sacar mi título.  Terminé ese ciclo en marzo del 2017 y después de que me hicieron el tac me dieron una gran noticia: ya no había cáncer y el doctor me comentó que me iban a realizar un autotransplante de células madres, para ayudar a que el cáncer no volviera.

El trasplante comenzó el 27 de febrero y finalizó el 8 de marzo.  Desde entonces sigo en control y teniendo la fe en Dios de que el cáncer no volverá a aparecer.

Proyecto Daniel es para mí una familia donde tengo muchos hermanos que han pasado por la quimioterapia y puedo desahogarme, que me van a entender muy bien y que siempre me ayudaran para no ahogarme en mis miedos.