Hola, mi nombre es Franco, tengo 25 años, fui diagnosticado con un Osteosarcoma y quiero contarles un poco de mi historia.
Desde muy pequeño siempre fui una persona muy activa y me gustaba jugar fútbol más que nada en el mundo. A los 12 años empezó mi sueño de ser futbolista cuando llegué por primera vez al Saprissa, ahí estuve por muchos años hasta jugar en Segunda División.
El fútbol también me brindó la oportunidad de vivir un año en Estados Unidos, en donde jugué y estudié por este tiempo en una Universidad.
Además del fútbol, siempre le he dedicado mucho tiempo al estudio del Derecho, que ha sido otra de mis pasiones.
Un día pasó lo que nunca nadie espera que pase, escuchar un diagnóstico de cáncer. En el año 2018, estaba dedicado a estudiar y trabajar, los fines de semana seguía jugando con un grupo de amigos. Sin embargo, sentía mucho dolor en uno de mis tobillos, en el momento no le di mayor importancia, pensaba que era un dolor normal, de los que cualquier persona tiene luego de jugar un partido de fútbol.
Luego de pasar varias semanas con este dolor, empecé a recibir terapia física. Pasaron meses y el dolor seguía tal y como al principio. Sin saberlo, uno de mis huesos, cada día se debilitaba más y el tumor lo iba consumiendo.
Luego de haber pasado estos meses con dolor, un día que recuerdo como si fuera ayer, sentí un dolor que nunca había sentido, me preocupé mucho y al día siguiente fui a ver un doctor.
Desde este momento, empieza la parte de mi historia en donde pasan los encuentros con las personas correctas, en el momento correcto, o como yo prefiero llamarlos, ángeles que estuvieron siempre en mi camino.
El doctor era Willy Gálvez, él me recibió de la manera más atenta, me examinó y me mandó mis primeros estudios; un ultrasonido y una placa de rayos X. En el momento que el doctor vio la placa, me dijo: “No me gusta como se ve esto.”
Desde ese preciso instante se sabe que lo que viene no es lo que uno esperaba. Me dijo que le parecía que tenía un tumor pequeño en el peroné y que prefería referirme a un especialista.
Me refirió con el doctor Carvajal, quien además de ser mi ortopedista, ha sido una persona a la que le tengo mucha confianza. El doctor Carvajal fue quien me realizó la biopsia y posteriormente mi operación en donde me quitaron parte del peroné y además, fue quien me dio la noticia que nadie nunca espera escuchar. “El tumor, es un tumor maligno.”
Luego de estas palabras, el mundo se le viene encima a cualquiera. Sin embargo, desde ese mismo momento encontré la fuerza que me iba a ayudar a superar esta etapa de mi vida, el amor de mi familia, esta noticia la recibí junto a ellos y desde ese momento estuvieron siempre conmigo.
Después de una breve explicación de cómo iba a ser el proceso, me volvieron a referir a otro doctor que, sin saberlo, también iba a ser otro ángel en mi camino, el Doctor Lagos, quién me acompañó todo el proceso de un año de quimioterapia.
Este año de quimioterapia que tuve que pasar, fue diferente y muy llevadero por una muy sencilla razón, una razón que es de color naranja.
En enero de 2019 fue cuando tuve mi primer internamiento para recibir quimioterapia, y fue cuando conocí los cuartos del Proyecto Daniel que, sin saberlo, me iban a adoptar, como parte de su familia.
Desde el primer internamiento y hasta el día de hoy nunca me han dejado y yo tampoco los voy a dejar, porque gracias a Proyecto Daniel, yo pude completar mi tratamiento de quimioterapia de la mejor manera.
A lo largo de un proceso tan duro y desgastante como lo es completar un esquema de quimioterapia, y a su vez luchar contra los efectos secundarios y los cambios físicos, emocionales y sicológicos que uno pasa, tener personas tan valiosas como lo son todas y cada una de las personas del Proyecto Daniel, lo hace todo más fácil y le da un respaldo que muchas veces hace falta.
En lo personal, las personas que he conocido en Proyecto Daniel, tanto miembros del Staff como pacientes, y en especial voluntarios y voluntarias, me inspiraron y me dieron la confianza y la fuerza que requería para afrontar una enfermedad que para muchos es imposible, y es ahí donde se marca la diferencia, porque el simple hecho de afrontar la enfermedad y tomar la decisión de luchar contra el cáncer, ya hace a esta persona un héroe.
Hoy puedo decir que soy parte de la familia naranja gracias a Proyecto Daniel, y que seguiré siéndolo siempre. Y a las personas que están recibiendo una noticia de estas o que están en medio de un tratamiento, les puedo decir que todo pasa y que por más oscuro que esté el camino y por más difícil que parezca, sí van a poder, y todo pasará.