Mi nombre es Daniela Esperanza Campos Jiménez, tengo 18 años. Mi diagnóstico es Carcinoma indiferenciado de nasofaringe y esto es un poco de mi historia.
Desde que tengo memoria tuve problemas respiratorios, soy asmática y bastante alérgica, pero en especial siempre tuve “gripe crónica” cómo le llamaban en la clínica, cada vez que consultábamos.
A mis padres y a mí nos decían algo diferente, sinusitis, rinitis, alergia a algo en mi casa, siempre me daban antibióticos (lo que era totalmente malo para mi) y nunca me enviaban a un otorrino como debería ser. A principios del año 2019 empiezan los síntomas más fuertes; dolor de cabeza constante, mocos color naranja y hasta casi negros que salían en pequeñas pelotitas como de gel.
Noté que hacía algunos años habían aparecido en mi cuello pelotitas las cuales pensaba que eran de grasa, pero empezaron a crecer rápidamente. Así que fui a la clínica con mi mamá y la doctora ahora si se preocupó y de ahí nos envió al otorrino. Nunca nos pasó por la cabeza que podía ser cáncer hasta que la doctora de otorrino me revisó e inmediatamente encontró una masa dentro de mi nariz y dijo “podría ser un simple pólipo, pero a mí no me parece algo normal”.
De seguido vino la biopsia de urgencia y luego de meses de espera y muchos exámenes, efectivamente se trataba de un cáncer en nasofaringe bastante extraño en grado 3, ya que había pasado a los ganglios del cuello. La vida me sentó y dio un giro total, pero encontré en Dios y en mi familia una paz y una fortaleza que realmente no sabía que había en mí.
Vino el tratamiento, ya que al estar en grado 3 y al haber pasado a otra parte del cuerpo, no era posible una operación. Se trataba de Quimio-Radio; Quimioterapia acompañada de radioterapia, uno de los tratamientos más difíciles, pero a pesar de todo pronóstico mi pensamiento siempre fue: ¿Y qué sigue? ¡Haré lo necesario para estar sana!
Me pusieron una sonda gástrica para poder comer ya que la radioterapia quemaría mi garganta y no podría comer normalmente, fue una tortura ya que se me infectó varias veces y estuve internada por bastante tiempo, pero Dios puso ángeles en cada paso que di, doctores realmente especiales, amigos y familiares que siempre estuvieron dándome aliento y por supuesto Proyecto Daniel, que para mí es lo mejor que pude haber conocido en mi vida y creo que todo el mundo debería de conocer su labor.
Sin ellos no hubiera podido afrontar mi tratamiento y a pesar de la distancia siempre estuvieron apoyándome. En mi última quimioterapia pensé que no lo lograría, casi me mata, pero aquí estoy, cada día con más fuerza y más agradecida con Dios por haberme dado una segunda oportunidad de vida y por supuesto recordando a Dani con mucho cariño y agradecimiento por haber creado esta fundación tan maravillosa y habernos enseñado a todos los que estamos en esta batalla que se puede afrontar el cáncer con amor y mucha paz.
El cáncer es un enemigo que te enseña muchas cosas y te derrumba por completo, para que de tus escombros saques lo mejor y vuelvas a levantarte mil veces más fuerte, feliz y agradecido.